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Mujer, sujeto y no objeto de deseo

  • Psicologa y Psicoanalista Junguiana: Reina Hidalgo
  • Mar 11, 2018
  • 13 min read

Me tomo la libertad de compartir una charla que dio mi madre en el marco de la

celebración del Dia Internacional de la Mujer, celebrado el pasado 9 de marzo.

Iniciaremos con el siguiente relato de los cuentos del Rey Arturo: Gawain y Lady Ragnell

Un día, el Rey Arturo se encontraba de cacería, buscando un gran venado blanco, al borde de un bosque de robles, cuando de pronto, miró hacia arriba y se vio confrontado por un imponente hombrón; muy alto y poderoso, quien blandía su espada desenvainada y parecía dispuesto a atacar inmediatamente al rey. Este hombre era Sir Gromer, líder del pueblo más cercano, quien declaró que buscaba venganza por la pérdida de algunas de sus tierras del Norte que le había quitado Arturo. En consideración a que Arturo se encontraba desarmado en el momento, Sir Gromer fue compasivo y le dio la oportunidad de salvar su vida.

Gromer le propuso un reto: el Rey tendría un año para regresar de nuevo desarmado, a este mismo lugar y con una respuesta a la pregunta: “¿Qué es lo que desean las mujeres por encima de cualquier cosa?” Si Arturo lograba responder correctamente a esa pregunta, salvaría su vida, sino perdería su cabeza. Arturo aceptó, pero se sintió muy desanimado. “Esta tiene que ser una pregunta tramposa”- pensó. Se sentía seguro de que nadie conocía la respuesta.

De regreso en el castillo, Arturo le contó toda la historia a su sobrino Sir Gawain, Quien era conocido como el caballero más sabio, valiente, compasivo y gentil de todos los caballeros de la Mesa Redonda. El joven caballero, a diferencia del Rey, se mostró optimista. Él y Arturo tenían todo un año para buscar a lo ancho y largo del reino, se sentía seguro de que encontrarían la respuesta correcta.

Paso casi un año, Arturo y Gawain consultaron a muchas mujeres y sabios; encontraron muchas respuestas ingeniosas, pero ninguna se sentía como la verdadera. Ya casi llegaba el día indicado. Una mañana, Arturo cabalgaba en un claro del bosque, profundamente ensimismado acerca de su predicamento. Al borde del bosque de robles, se encontró de repente confrontado ante una mujer enorme y grotesca, cubierta de verrugas, casi tan ancha como alta. Sus ojos le miraron temerariamente y declaró:

“Tú eres Arturo, el Rey y en dos días debes encontrarte con Sir Gromer, con una respuesta a su pregunta”.

“Sí”- respondió Arturo con vacilación- “¿pero cómo sabes acerca de esto?”.

“Yo soy Lady Ragnell y Sir Gromer es mi hermanastro. ¿No tienes la respuesta correcta, verdad?”

“Tengo muchas respuestas posibles, además no entiendo porque esto te concierne.” Replicó Arturo, agarrando las riendas de su caballo, dándose la vuelta para cabalgar a su casa.

“¡No tienes la respuesta correcta!” - dijo Ragnell - con una seguridad que llenó a Arturo de pesimismo. “Yo tengo la respuesta”.

Arturo dio la vuelta enseguida y saltó del caballo: “¡dime la respuesta y te daré un saco de oro!”

“No me interesa el oro”- respondió Ragnell tranquilamente.

“Tonterías, mujer. Podrías comprar cualquier cosa que desees con él. ¿Qué es lo que quieres entonces?, ¿joyas?, ¿tierras? Lo que sea, cualquiera sea tu anhelo, te lo daré en pago – eso, si realmente tienes la respuesta correcta”.

“Conozco la respuesta, puedo prometerte eso” - respondió Ragnell, después de una leve pausa, añadió: “A cambio, demandó que Sir Gawain se convierta en mi esposo”. Arturo emitió un grito de asombro: “¡Imposible! ¡No puedo darte a mi sobrino mujer! Pides algo imposible. Él no me pertenece, él es dueño de sí mismo”.

“No te he pedido que me des al caballero Gawain. Si Gawain acepta desposarme, por su propia voluntad, entonces te daré mi respuesta. Esas son mis condiciones”.

“¡Condiciones! ¿Qué derecho tienes de pedirme eso? Es imposible, yo nunca sería capaz de presentarle una propuesta semejante”.

Ragnell contempló fijamente y con calma el rostro del Rey y se limitó a decir: “Si llegarás a cambiar de opinión estaré aquí mañana”. Y desapareció hacia el bosque.

Sacudido después de este extraño encuentro, Arturo regresó a casa lentamente, diciéndose a sí mismo que nunca hablaría del asunto con Gawain. “¡Qué odiosa mujer!, ¿cómo pudo atreverse a pedir en matrimonio a ese noble caballero?” Pero el calor de la tarde lo ablandó y ese fatal encuentro pesaba demasiado sobre sus hombros. Cuando regresó al castillo, lo primero que hizo fue contarle toda la aventura a su sobrino, concluyendo: “Ella conoce la respuesta, estoy seguro, pero yo ni siquiera quería contarte nada de esto”.

Gawain sonrió dulcemente, sin saber aún cuál era la propuesta específica de Ragnell: “¡Pero esta es una buena noticia, tío! ¿Por qué suenas tan desanimado?”

Desviando la mirada, el Rey le contó sobre la demanda de Ragnell, junto con una descripción detallada de su grotesco rostro, su verrugosa piel y sus gigantescas proporciones. “¡Qué afortunado resulta que yo pueda salvar tu vida!”- respondió Gawain de inmediato. Pasando por encima de las protestas de su tío, Gawain afirmó de inmediato: “Es mi elección y esta es mi decisión. Regresaré contigo mañana y aceptare el matrimonio, con la condición de que su respuesta salve tu vida”.

Temprano, a la siguiente mañana, Gawain salió con Arturo a encontrarse con Lady Ragnell. Aún el verla cara a cara no hizo tambalear la decisión de Gawain. Su propuesta fue aceptada, y Gawain le hizo una reverencia cortés. “Si mañana su respuesta salva la vida del Rey, nos casaremos”.

En esa fatídica mañana, Gawain cabalgó parte del camino con Arturo, quien le aseguró al caballero que probaría todas las otras respuestas alternativas antes que esa.

El alto, poderoso caudillo estaba esperando a Arturo, su espada resplandecía bajo el sol. Mientras Arturo leía una respuesta después de la otra, Gromer gritó: “¡No! ¡No! ¡No!” Hasta que levantó la espada sobre su cabeza. “¡Espera!”- gritó el Rey. “Tengo una respuesta más. Lo que una mujer desea por encima de cualquier cosa es el poder de su soberanía. El derecho a ejercer su libre voluntad”.

Con un grito soez, Gromer dejó caer su espada: “¡Tú no encontraste esa respuesta por tú cuenta! ¡Mi maldita hermana Ragnell te la dio! ¡Le cortaré la cabeza, la atravesaré con mi espada!” Dio la vuelta y se adentró de nuevo en el bosque, lanzando maldiciones todo el camino.

Arturo regresó a donde le esperaba Gawain con Lady Ragnell. Los tres cabalgaron hacia el castillo en silencio. Sólo Ragnell parecía estar de buen humor.

La noticia se difundió rápidamente por todo el castillo, se llevaría a cabo un bizarro casamiento, entre una horrenda bruja y el magnífico Gawain. Nadie podía imaginar que era lo que había persuadido a Gawain de desposar a una criatura semejante. Algunos pensaron que debía poseer grandes tierras. Otros que debía tener algún un poder mágico secreto. La mayoría simplemente estaban atónitos; impactados por el destino del pobre Gawain.

El Rey Arturo quiso hablar en privado con su sobrino. “Podríamos posponerlo al menos”, dijo.

“Di mi palabra, tío. ¿Me instarías a romper mi promesa?”- respondió Gawain.

Así que tuvo lugar la boda en la abadía, con un extraño banquete frente a toda la corte. A lo largo del día y de toda la velada, Gawain se mantuvo siempre amigable y cortés. No demostró otra cosa más que una amable atención a su novia.

Al fin se retiró la pareja recién casada a su recamara. “Has cumplido tu promesa lealmente”- observó Ragnell. “No has mostrado compasión ni repulsión. Ahora ven a besarme ya estamos casados”.

Gawain se acercó de inmediato a besarla. Cuando se retiró ante él había una serena bella mujer, de ojos grises y rostro sonriente. Se le pararon los pelos de punta, y pegó un salto hacia atrás. “¿Qué clase de hechicería es esta?”

Ragnell respondió: “¿me prefieres así?” Mientras daba la vuelta lentamente, para que pudiera verla completa.

“Por supuesto, pero no comprendo…”, tartamudeó Gawain, confundido y asustado.

“Mi hermanastro Gromer, siempre me ha odiado. Obtuvo conocimientos de hechicería de su madre y los usó contra mí para convertirme en una bruja monstruosa. Me condenó a vivir bajo esa apariencia hasta que el más fino caballero de Gran Bretaña me escogiera voluntariamente como su esposa”.

“¿Y por qué te odiaba de modo tan cruel?”- preguntó Gawain.

Con labios curvados por la sorna, Ragnell afirmó: “Me consideró atrevida y poco femenina, porque me negaba a seguir sus órdenes, en cuanto a mis propiedades y mi persona”.

Con gran admiración, Gawain dijo: “¡Entonces has ganado, has cumplido su imposible condición y se ha roto el malvado hechizo!”.

“Solo parcialmente, mi querido Gawain”. Sus ojos le miraron fijamente. “Tú tienes la posibilidad de escoger de qué forma me veré. ¿Prefieres tenerme así en está mi verdadera forma por las noches en nuestra recamara? ¿O preferirías que fuese grotesca por las noches en la recamara y que asumiera mi apariencia real durante el día en el castillo? - Bella de noche o bella de día. Piénsalo cuidadosamente, antes de decidir”.

Gawain se arrodilló inmediatamente ante su esposa y le respondió al instante: “Esa es una decisión que no me corresponde. Se trata de ti, mi querida Ragnell, y sólo tú debes escoger. Sea lo que escojas, yo lo aceptaré de muy buena gana”.

Ragnell dejó salir un largo y hondo suspiro. Su rostro radiante lo sobrecogió.

“Has respondido muy bien, mi querido Gawain. Tu respuesta si ha roto por completo el malvado hechizo de Gromer. La última condición era que después del casamiento, el gran Caballero de Bretaña, mi esposo, debía otorgarme el poder de la soberanía, el derecho a ejercer mí libre voluntad. Solo entonces, el malvado hechizo se quebraría para siempre”.

Y así maravillados y en felicidad, comenzó el matrimonio de Sir Gawain y Lady Ragnell.

Existen múltiples estudios desde la psicología acerca de la consciencia y arquetipos de lo femenino. Hoy vamos a conversar en relación a por qué la mujer en lugar de conocer realmente quien es y qué quiere en su vida, está atrapada en la imagen que ella quiere proyectar. Las mujeres en lugar de vivir la vida que quieren, se dejan atrapar en imágenes proyectadas por la cultura y los medios; sacrifican deseos y necesidades que le permitirían más autodirección, autoconfianza y determinación.

En una investigación sobre la dificultad sobre lo que quieren las mujeres, se aprecia que la mujer actual se conflictua y confunde cuando se le pregunta: ¿qué deseas?, ¿qué quieres?, incluso en esta época en la que aparentemente se han logrado mejoras en el rol social de la mujer y se han abierto oportunidades para su desarrollo. Encontrándose muchos puntos ciegos en cuanto a las implicaciones de sus escogencias y decisiones.

Pareciera que surgiese algún temor con respecto a las libertades que aparentemente se han logrado. Por debajo aparece casi siempre una necesidad de ser aprobada y de que se les reconozca que sus decisiones son correctas. Demuestran mucho temor a quebrar ciertas reglas y a moverse más allá de los límites que se han impuesto a través de los siglos, por la naturaleza patriarcal de la cultura Occidental.

El psicoanalista Jaques Lacan llegó a la conclusión, después de psicoanalizar y seducir mujeres; que la mujer quiere ser deseada, no amada. Lo que él quería decir es que la mujer prefería ser deseada que conocida realmente. Por supuesto, esta actitud ha sido sumamente criticada por movimientos sociológicos y psicológicos contemporáneos. Considerándola como una postura misogena, porque él lo muestra como un aspecto normal del carácter femenino. Los estudios actuales de género consideran que todos estos condicionamientos son aprendizajes propiciados por la cultura y la sociedad. Y el hecho, que la mujer fundamentalmente sea educada para ser deseada, causa un daño al desarrollo psíquico de lo femenino.

El único poder que la mujer tiende a utilizar con más frecuencia es la búsqueda de reconocimiento y gratificación por su imagen externa y por conductas calificadas como femeninas: la suavidad, la dulzura, la entrega al otro, el ser siempre receptivas y sumisas; siempre hacia los demás y hacia el afuera: madre ideal, esposa ideal, hija ideal y profesional ideal. Lo que significa anular otros aspectos necesarios, como serían: soberanidad, autoridad, autoconfianza y autodeterminación y asertividad.

Hacen arreglos para que desde el afuera el otro les devuelva el poder de valía y de vitalidad, a expensas de un desarrollo auténtico. Quieren siempre ser ideales: la amiga perfecta, la mujer atractiva, atlética y competente; en vez de profundizar en: quiénes somos, qué queremos o qué deseamos y cómo queremos realizarnos en nuestras vidas. Entonces, esto trae como consecuencia aspectos de codependencia, adicción, indirección y confusión para transmitir quiénes y cómo somos. Esto se manifiesta en mensajes de doble vínculo y confusos. Todo ello demuestra una dificultad para ser honestas en cuanto a sus verdaderas motivaciones y deseos.

Se duda acerca de romper o no las reglas impuestas socialmente y se responsabiliza a los otros por sus acciones. No se atreven a trasgredir ciertas reglas que les constriñen desde hace siglos, y tienden a responsabilizar a otros, confiriéndoles el poder para que tomen las decisiones por ellas.

Aquí quisiera enfatizar en que quizás no se ha enseñado a la mujer a confiar y reconocer el potencial de lo que significa la esencia de lo que nos caracteriza como seres humanos: la esencia de lo que significa ser un ser humano está en posibilidad y la libertad hacia el cambio. Y para ello, en el camino hacia esta autorealización necesitamos seber y permitirnos conocer profundamente cuáles son nuestros verdaderos deseos, intenciones y asumir responsablemente nuestras acciones; como un camino hacia el autoconocimiento, hacia el crecimiento personal.

Tradicionalmente se etiquetaba como femenino sólo conductas pasivas, sumisas que no dejaban espacio a espacios necesarios para la vida que actualmente vive la mujer; en los cuales requiere expresar aspectos considerados hasta ahora privilegio de lo masculino. Por ejemplo, nos cuesta ir a la acción por nosotras mismas. Hemos sido criadas para no confrontar, no actuar, esperar por aprobación o ratificación del afuera; eso es lo que se ha introyectado como feminidad.

Cuando no podemos expresar nuestros propios deseos para conseguir una intimidad o cercanía, caemos en el deseo de ser deseadas. Parece entonces que no tenemos claros nuestros propios deseos y se cae, atrapada, en el juego de sólo necesitar ser deseada. No busca conocerse y no trabaja sus conflictos, sus frustraciones y casi nunca confronta directamente lo que quiere.

Está en un doble vínculo, por ejemplo: si usa su autoridad, en una empresa donde tiene un cargo gerencial, la pueden llamar controladora, cuaima, bruja, femi-nazi y hasta bicha. Si por el contrario no ejerce toda su autoridad, la pueden llamar: manipuladora, débil, deprimida o peor todavía inmadura o autodestructiva.

Aun cuando hoy en día las mujeres han ejercido el rol de defender y reclamar sus derechos; vemos una gran dificultad en ser asertivas y honestas para manifestar sus necesidades personales e íntimas, sobre todo cuando piensan que les puede ocasionar algún tipo de conflicto con el otro significativo.

Esto se revela en la cantidad de quejas que de manera constante se reciben en situaciones como: reuniones entre amigas, en la escuela con los docentes, sobre todo cuando se recurre a psicoterapia. Con frecuencia oímos: estoy agotada, no tengo tiempo para mí, tengo mucho trabajo, todo tengo que hacerlo yo, mi marido exige mucho, los niños me agobian. Ahí se está atrapada en la imagen de la sacrificada mujer ideal.

El deseo de ser reconocida, aprobada y deseada produce un encantamiento que toma la psique de lo femenino y mantiene a la mujer muy confusa, como en un limbo, en el que actúa en piloto automático. Entonces no se expone ni es honesta con lo que quiere y le está pasando. Esto le impide buscar soluciones y realizarse más autónomamente.

Vemos, por ejemplo, el arquetipo de la mujer musa, reconocida como bella e inspiradora de hombres destacados, como Camile Claudel; amante del escultor Auguste Rodin; que terminó destruyendo casi toda su obra artística cuando fue rechazada por él.

El falso poder de la musa, la mujer inspiradora, usar el poder femenino de la belleza ha influenciado a las mujeres en todas partes del mundo y se convierten en objetos de deseo causándose daños inclusive a su salud. En este rol, es muy admirada por el hombre, pues esta mujer lo inspira desde su belleza, conocimiento, artes; los cuales son puestos al servicio de lo masculino-el otro y no en sí misma-en sus logros personales.

En las mujeres del siglo XX Y XXI, existe un aumento en los trastornos de alimentación: anorexia-bulimia y un abuso de cirugías plásticas invasivas, en búsqueda de un ideal de belleza estandarizado. Todo esto nos muestra la dificultad para ser ellas mismas. Como mujeres, constantemente se comparan con un modelo de belleza que las mueve y las avergüenza si no alcanzan los parámetros de la imagen que esté de moda. A veces con una compulsión al consumo y materialismo como medios para ocultar su inseguridad.

Los hombres también viven estas consecuencias. A veces valoran exageradamente las bellezas, las modelos y las misses. Figuras cliché de los medios de comunicación y mercadeo. Sienten que andar con mujeres símbolo de lo bello, entonces creen que eso mejora su imagen de masculinidad. Las mujeres viven su cualidad de bellas como una expresión de poder.

Las mujeres necesitan pasar de ser objeto a sujeto de sus propios deseos. Eso no quiere decir que van a dejar de ser atractivas, coquetas y gentiles; pero esto no será su motivación central. Ser sujeto de sus deseos, significa ser soberanas y dueñas de sus vidas. Significa: vivir de forma asertiva y autodeterminada. Es, ser responsable tanto de sus deseos, decisiones, ser ética y confiable. Ser asertivo no significa competir y asumirse como única, mejor que el otro; porque entonces se puede caer en la forma en que compite el hombre y sacrificar elementos de la feminidad. Se traicionan características significativas de lo femenino, como lo: receptivo, espontáneo, pacifico, estético, compasivo, noble, cálido, lo ético y lo confiable. No debe confundirse la asertividad con el abuso de poder; dado que en él, los sentimientos del corazón pueden anularse.

La mujer tiene que conocerse, ahondar en su subjetividad lo que le brindará elementos más compasivos para el entendimiento del otro y poder permitirse ser sinceras, verdaderas, honestas y transparentes en su manera de vivir. Esto implica también trabajar para poder liberarse del apego a la apariencia y el falso poder. Por supuesto, esto puede significar la necesidad de arriesgarse a ser ellas mismas ejerciendo realmente sus deseos de autonomía; aunque se expongan a ser llamadas brujas, cuaimas, dominantes, entre otros calificativos.

Sin embargo, hay que diferenciar que la autonomía no implica no vincularse afectivamente, por el contrario crearía una simetría en sus relaciones y le proporcionaría reconocimiento mutuo, responsabilidades compartidas y complementarias.

Ser autónomas implica también asumir responsabilidades en el mundo actual. Porque exige tener coraje tanto para encarar los conflictos internos como los de la vida externa y comprometerse libremente con sus exigencias. Así se va desarrollando una tolerancia para con los problemas y una solidaridad para con el otro. Porque ser soberanas y dueñas de sí mismas implica entre otras cosas, el reconocer las propias limitaciones. Y así poder negociar en los problemas y conflictos en la familia, la pareja, los amigos, la comunidad.

Para poder despertar un amor entre iguales y una conexión real, para así tener una apertura que permita ser auténticas en la presencia de la pareja. Octavio Paz describía el amor real sólo cuando el deseo encuentra la realidad. El amor, una de las aspectos más trascendentes del ser humano; sólo emerge cuando usted y su ser amado se conocen profundamente. Lo que implica conocer las debilidades, las vulnerabilidades y las limitaciones; reconocer que no se puedes tener a otro ser bajo el control de la seducción y el deseo; se tiene que permitir que el otro sea quien es.

El amor, incluyendo el amor erótico, enseña que aunque nuestros deseos ilimitados; tenemos que aceptar que tenemos un control limitado y paradójicamente para trascender nuestras limitaciones debemos amar los otros en sus imperfecciones. La verdad del corazón es que necesitamos ser amadas y no sólo deseadas y eso lo descubrimos viviendo con honestidad, siendo directas y transparentes. Cuando llegamos a descubrir que somos Sujetos de nuestros deseos también descubrimos que somos sostenidas, alimentadas y amadas.

Referencia:

Polly Young-Eisendrath (1999). Las mujeres y el deseo. Harmony Books: Estados Unidos.

 
 
 

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